Cuando llegamos al último año de preparatoria o bachillerato nos encontramos con una incógnita constante planteada por casi todas las personas que nos rodean diariamente, ¿Qué vas a estudiar ahora? ¿Qué quieres ejercer cuando termines? ¿A qué universidad irás y qué estudiarás?… éstas y un sinfín de preguntas nos bombardean diariamente, sin incluir las que rondan por nuestra cabeza que son las que mayor preocupación o ansiedad nos generan.
La sociedad desde que se formó como “sociedad”, nos ha catalogado y clasificado de acuerdo a nuestros patrones de conducta; ejemplo, si somos estudiantes y chicos de buenas calificaciones y un comportamiento ejemplar entonces seremos buenos para realizar carreras de gran desempeño como la medicina, el derecho, la ingeniería, entre otras; mientras que aquellos que quizá no poseen grandes promedios académicos se dice que serán individuos sociales de menor alcance laboral; pero esto no debe definirnos ante nada.
Y es que no debemos pensar que por tener o no un buen promedio debemos quedarnos con “x” carrera. También encontramos otra disyuntiva, la presión ejercida por los padres o personas adultas cercanos a nosotros, y es que siempre escuchamos “deberías estudiar medicina, los médicos ganan bien” o “tu abuelo fue abogado, tu padre es abogado, tus hermanos estudiaron derecho, entonces tú también debes estudiar derecho”. Éstas y otras frases generalmente ocasionan que un tornado de ideas de desencadene dentro de nuestra cabeza y en vez de aclarar nuestras ideas, por el contrario tienden a confundirnos más.
Es por ello, que a continuación presentamos algunos pasos que debes seguir al momento de tomar una de las decisiones más importantes de nuestra vida, y es qué camino seguir como futuros profesionales, de qué forma deseo ayudar a la sociedad en la que convivo. Para realizar esta imperiosa labor, te dejamos algunos pasos sencillos que te permitirán esclarecer tus ideas al momento de tomar tu decisión:
Paso 1: Sincerar cuáles son tus aptitudes más provechosas
No hay mayor persona para saber en que es bueno que tú mismo, quizá aún eres joven como para discernir si tendrás mayores aptitudes que las que conoces hasta el momento, pero un buen comienzo es descartar o clasificar en que actividades te desempeñas mejor. Un ejemplo: eres bueno en los deportes, eres buena con las manualidades; otra alternativa es alguna actividad extra curricular que realices y si deseas desempeñarla como profesión a futuro.
Paso 2: Expandir tus horizontes
Aunque quizá creciste escuchando que las únicas profesiones existentes y loables son Ingeniero, Médico, Abogado, Administrador, Economista, Docente, entre otras, te recomendamos ahondar en las profesiones actuales, no quedarte con las clásicas que conocen desde las generaciones más antiguas de tu familia. Un ejemplo son las carreras a mediano o corto plazo, como el diseño, la mecánica, marketing, community manager, estilista, entre muchas otras opciones que pensábamos eran labores descartables pero que pueden llegar a satisfacer nuestras expectativas.
Paso 3: Investigar cuál es el desempeño de cada profesión
Algo que te será de mucho provecho es conocer qué realizarás si tomas la decisión de escoger “x” carrera como profesión de vida. A veces, podemos creer que una carrera se limita sólo a una labor específica, pero cuando observamos más allá de la simple vista, entonces podemos descubrir que existe un mundo infinitos de posibilidades. No te quedes sólo con lo que conoces o conocen algunos allegados, anímate a buscar otras opciones.
Paso 4: No temas ir a estudiar a otra ciudad, estado, región o país
Sí, escuchaste bien. No temas salir de tu hogar, recuerda que estás en formación para tu futuro, es decir, para tu labor como individuo que será capaz de generar un cambio en la sociedad. Si te encuentras con alguna profesión que te guste, pero resulta que en tu localidad no está disponible, no tengas miedo de educarte fuera.
Existen muchas formas de poder realizar tus sueños, aplica con becas, trabajos, intercambios; no te limites, recuerda que el primer obstáculo a vencer en la vida, es nuestro propio miedo.
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